Con el traslado del Museo del Ejército a Toledo, se ha consumado el mayor atentado contra el patrimonio nacional que España ha sufrido desde la huida, en 1813, de José I a Francia. Toda la operación ha estado presidida desde el primer momento por un desprecio hacia nuestra historia, que hizo oídos sordos a los dictámenes contrarios emitidos por las Reales Academias, instituciones y personas capaces de darse cuenta del dislate que se estaba gestando. Es preciso señalar que el transporte de los fondos se ha realizado, como si de una colección de cantimploras se tratara, sin el seguro preceptivo que marca la ley del Patrimonio Nacional.
La razón inicial que se dio para el desalojo, era la recuperación del Salón de Reinos, centro de la monarquía hispánica durante Felipe IV. Para lograrlo hubiera sido necesario dividir las colecciones de Velázquez y Zurbarán, existentes en El Prado. Hoy, como ayer, nadie en sus cabales puede defender que la colección del pintor de cámara pueda ser troceada para jugar a la arqueología palaciega.
A pesar de su nombre el museo, como todos los museos nacionales, pertenece al pueblo español. Fue el primero que se fundó en España (1803). Años más tarde, en una soleada mañana de mayo, quedaría indisolublemente unido a la capital cuando sus soldados sacaron los cañones de sus salas y se unieron al pueblo de Madrid en su lucha contra las tropas de Murat. Por la tarde los mamelucos habían degollado a la mayoría, los otros morirían en las colinas de Príncipe Pío o en el Retiro, al día siguiente. Este hecho le hace único pues ningún otro museo del mundo ha entrado en combate con sus fondos contra un ejército invasor y perecido su personal en el intento. No obstante, su importancia no radica en este hecho sino en la calidad de sus más de 33.000 fondos, que van desde el paleolítico a nuestros días, en un recorrido por las diversas culturas que nos han dominado o que hemos conquistado y que conforman nuestra realidad histórica. En Toledo se expondrán unos 6.500 fondos. Es decir, un dineral en hacer un museo en Toledo cinco veces más pequeño que el que existía en Madrid.
A la falta de seguro en el transporte, señalada al principio, hay que añadir la oferta que se ha hecho a diferentes organismos oficiales, vulnerándose otra vez la ley, lo que causará, primero, la división de las colecciones y más tarde la pérdida de valiosas piezas al no gozar estas de las necesarias medidas de seguridad y control.
La sede idónea para el mejor museo de la historia de España es la capital de la nación, pero es que además llevaba en ella más de 200 años y los museos no se trasladan como los circos.
Diego Camacho
Una exposixióm muy verdadera auqneu puede ampliarse con el cúmulo de ilegalidades y disparates con que se ha procedido en este evidente expolio cultural. Saludos
Pingback: El Vórtice Radio | El expolio del Arte en España. - El Vórtice Radio