La constatación de este lamentable hecho, publicada en un trabajo del que soy autor en esta misma página web a principios del verano pasado, ha suscitado varios comentarios y réplicas –unas anónimas y otras debidamente firmadas—que merecen algún comentario.
En primer lugar, resulta interesante recorrer las páginas del Diario Oficial del Ministerio de Defensa, publicadas a lo largo de 2009, en las que aparecen diversas órdenes ministeriales que desparraman por España un enorme conjunto de piezas pertenecientes, según dicen, a la exposición permanente del suprimido Museo del Ejército. Curiosamente esta dispersión de fondos en entidades de toda especie, algunas de ellas no muy distinguidas por su amor al Ejército español, ha necesitado unas órdenes ministeriales debidamente publicadas, pequeño detalle legal que no se creyó necesario para el desalojo del Museo de Madrid y el traslado de parte de él a Toledo. He aquí una de las muchas ilegalidades que han tenido lugar.
Con ello un Museo magnífico, que lo era por sus colecciones completas (artillería medieval, armas blancas, armas de fuego, armaduras de combate y demás), se ha desperdigado y divididos aquellos conjuntos, preciosos para los investigadores, que eran su mejor tesoro. ¿Ha sido o no ha sido un desguace?
Ahora bien, según mi ignoto contradictor Francisco Javier, “los criterios museísticos y didácticos de hoy en día suponen exponer menos piezas”. Según él, “esto es así en casi todos los museos y exposiciones temporales de cierta categoría”. Lo dijo Blas…
Este Blas parece que no ha visitado los Museos de San Petersburgo, Moscú, Roma, Florencia, París, Amsterdam, Viena, Londres, Bruselas, Ankara, Budapest, El Cairo, Oslo, Copenhague, Praga, Estocolmo, La Habana y Nueva York, Yo sí los he visitado y no he constatado tal tendencia a reducir las exposiciones permanentes, “para no amontonar las piezas”, según dice; más bien he visto lo contrario, pues todos tratan de aumentar sus fondos y exponerlos, sea cualquiera el tipo de museo de que se trate. Por no hablar de las exposiciones temporales tanto más valiosas cuanto más y mejores obras presenten.
En cuanto a cifras de visitantes, las disponibles oficialmente son las del Ministerio de Cultura relativas a los visitantes de los Museos Nacionales. Me referiré a las del año 2002, último año en que se abrió el Museo del Ejército en Madrid con cierta normalidad, antes de que trascendiera al público la noticia de su desaparición, cuando ya habían sido retirados algunos de sus fondos. Pues bien, en ese año el Museo fue visitado por 35.237 personas frente a una media de los Museos Nacionales de Historia de 31.270. Así fue, a pesar de que el Ministerio de Defensa y, por supuesto, el Estado Mayor del Ejército, no mostraban el menor interés por el Museo que de ellos dependía y administraban con suma tacañería e indiferencia.
Estos datos oficiales desmienten terminantemente las afirmaciones del mismo anónimo Francisco Javier quien asegura que la Sección Delegada del Museo existente entonces en Toledo recibía “cerca de 400.000 visitantes anuales”. Este dato nadie sabe de donde ha salido pero sospecho que se trata de la suma de quienes accedían al Alcázar para visitar la Biblioteca Borbón-Lorenzana allí instalada, y los que llegaban al edificio por diversos motivos o menesteres, muchos de ellos movidos por el deseo de conocer lo que quedaba de la gesta de 1936, tal vez sospechando que desaparecería pronto.
Por otra parte, este anónimo Francisco Javier forma parte de quienes todavía no se han enterado de que España es una Nación desde hace al menos cinco siglos, y que el patrimonio nacional no pertenece a las diversas taifas que nos están arruinando y empobreciendo material y culturalmente.
Además de que da muestras de no conocer los Museos extranjeros, tampoco parece haber visitado las capitales de las Naciones que han marcado nuestra civilización y cultura occidental. Entre esas Naciones, todas las afortunadas que disponen de un Museo de Historia Militar, lo tienen en su capital. ¿Será una manía de sus ciudadanos? A este personaje anónimo le conviene viajar y leer más.
Junto a él debe hacerlo algún otro de mis contradictores. Uno de ellos, Juan Guerrero Nevado es posible que no sepa quien era Torquemada pero sigue sus huellas cuando me ordena imperiosamente callar, en lugar de denunciar los estropicios de quienes mandan pero no gobiernan. Se ha equivocado de guerra.
Al resto de mis comunicantes, que son mayoría, muchas gracias y adelante. Como dice San Juan, “la verdad os hará libres”. Amén.
— Armando Marchante Gil —
Noviembre y 2010
En un año y tres meses 140.000 visitantes, el 75 % españoles y de ellos el 85% es la primera vez que visitan este mueseo, es decir, que no lo visitaron cuando estaba en Madrid. Ya es uno de los museos más visitados de España. El único argumento que queda a quienes definden su permanencia en Madrid es la nostalgia.
Hola Roberto , solo recordarte la nostalgia es un sentimiento , como lo es el amor , y los recuerdos , son algo tan intrinseco en el ser humano que merecen un poco de respeto , un saludo
Hay que practicar la compasion el desapego material y emocional hacia personas mascotas y cosas, la vacuidas de pensamiento y sobre todo la humildad reflexione señor Suárez Bacener