Inauguración del Museo del Ejercito

De los actos de inauguración del Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo, solamente pude oír los discursos  del Alcalde de Toledo, el de la Ministra Chacón y el de la Ministra de Cultura, cuyo nombre no me sé. El Alcalde expresaba su felicidad, porque, sin comerlo ni beberlo, se ha encontrado con un tesoro a añadir a los no pocos que tiene Toledo. La Ministra Chacón también contenta, porque aquí aprenderán los visitantes a apreciar lo que a ella le está costando tanto trabajo aprender, lo que valen nuestros Ejércitos (ella dice Fuerzas Armadas, le gusta más), y la Ministra de Cultura, en el más breve de los discursos, feliz, mostrando su alegría y orgullo, ante el acontecimiento que supone para una ministra de Cultura inaugurar un museo, mostrando su agradecimiento, con nombres y apellidos, a quienes “han hecho posible este acto”, el ex ministro de Defensa Sr. Serra (D. Eduardo) y la ex ministra de Cultura Dª Esperanza Aguirre.. Me quedé pensativo ante las manifestaciones de esta Ministra, que, por serlo de Cultura, tuvo que pasarlo mal si se percató de que ese era un día más bien triste, por la desaparición de uno de los pocos museos románticos que quedaban en Madrid, porque del apretado ramillete histórico-cultural del recoleto barrio de los Jerónimos, se había desgajado la doble rama de  la Historia y la Milicia,  (representadas ambas por el Museo del Ejército, desde hace dos siglos); porque uno de los tres mejores  museos militares del mundo (el primero en artillería antigua, armaduras de batalla, banderas y armas cortas de fuego), –que ya no es el que se inauguraba en Toledo, sino el desguazado en Madrid–, también desaparecía, privando a la capital de la Nación de su museo más emblemático (hecho sin precedente entre las naciones del mundo), y cegando la más antigua fuente de información histórico militar, y, finalmente, porque en la lista de los agradecimientos, antes que los ministros, que pincharon poco, debió citar a quien los había nombrado, el ex Presidente Sr. Aznar, que lo pinchó todo, y no olvidar como olvidó, citar, también con nombres y apellidos, al no escaso número de Oficiales Generales del Ejército que, sucesivamente, desde 1996 hasta el 2010 (catorce años), fueron ocupando la llamada cúpula militar, y que gracias a su buen cuidado y respetuoso silencio, para no molestar, también hicieron posible esta inauguración, que, como sabemos, se celebró, por expreso deseo de los familiares, dentro de la más estricta intimidad, que, si nos ajustamos a la verdadera realidad del acto, era justamente lo que correspondía hacer.

Alfredo García de Moya

Coronel de Artillería [R]

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