El Museo del Ejército en Toledo

Existe un aforismo que señala que  el traslado de un museo equivale a la mitad de un incendio. Contemplado lo sucedido con la Tizona, con la colección Medinaceli, con la hoploteca y con la colección de artillería. Desgraciadamente no puede tildarse de exagerada la afirmación anterior. Nadie, ha dado una razón plausible que justifique el traslado a Toledo del museo del Ejército. Esta ciudad ya tenía en el Alcazar su propio museo de historia militar, además del pequeño museo en torno al asedio que sufrió en los inicios de la última guerra civil.

Tampoco nadie ha dado las razones de su nueva ubicación en la ciudad imperial. El error presenta múltiples aspectos:

1º El urbanístico, pues la obra ha desvirtuado todo el espacio de la plaza de  Zocodover. Toledo posee el título de patrimonio de la humanidad, concedido por la UNESCO, y en donde al igual que en Madrid se ha vulnerado la legislación que protege a la ciudad de obras que no estén debidamente avaladas. Las autoridades, municipales y regionales, han prestado su colaboración entusiasta a este desafuero sin importarles las consecuencias del mismo.

Vista del Alcázar hoy con el nuevo y horrible edificio adosado

2º El arqueológico, al removerse yacimientos celtas, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos de una forma nada ortodoxa.

3º La económica, al situar el nuevo museo en el subsuelo del Alcazar o sea al lado del cauce del río Tajo, en lugar de haber elegido una superficie que estuviera alejada del mismo, como por ejemplo hubiera sido la Academia de Infantería. El mantenimiento de las piezas metálicas y textiles que constituyen más del 90% de los fondos del museo con una humedad constante es más costoso cuanto mayor es el grado de humedad que hay que neutralizar.

El Alcázar tal y como era antes de las obras

4º La política al ubicar el principal museo de la historia de España en el edificio más  emblemático de uno de los bandos contendientes de la última guerra civil lo que provocará rechazo. Un museo de historia debe ser lugar de encuentro y nunca de confrontación ideológica.

Si se hubieran utilizado adecuadamente los magníficos yacimientos arqueológicos encontrados en el Alcázar. Podría haberse ideado un museo sobre la evolución cultural de la península ibérica, a partir de las diferentes técnicas de fortificación que poseían las civilizaciones que pasaron por Toledo. Ese museo de nueva planta y concepción, sí hubiera  enriquecido el patrimonio toledano y nacional en lugar de deteriorarlo.

La salida del Museo del Ejército de Madrid ha significado privar al eje Prado Recoletos, de un patrimonio que tiene desde hace más de 200 años, y lo que es peor dividir unas colecciones o perder unos fondos que son insustituibles. Por otro lado, su nueva ubicación causará un efecto negativo y perdurable sobre la percepción que algunos ciudadanos tienen de sus Fuerzas Armadas. ¿Quién le habrá hecho tan flaco favor a la Corona, al conseguir que el Rey apadrine este disparatado y especulador proyecto?

Diego Camacho